La crianza de los hijos es un camino lleno de decisiones difíciles, especialmente cuando se trata de cómo establecer límites y enseñarles a comportarse de manera adecuada. En este contexto, dos enfoques de crianza que han generado mucho debate son la disciplina positiva y la permisividad. Ambos métodos tienen implicaciones en el desarrollo emocional, social y comportamental de los niños, pero difieren en la forma en que se abordan los límites, la autoridad y la relación entre padres e hijos.
Este artículo explora las diferencias entre la disciplina positiva y la permisividad, y ofrece una guía sobre lo que sí y lo que no se debe hacer al aplicar estas filosofías de crianza.
¿Qué es la disciplina positiva?
La disciplina positiva es un enfoque de crianza que se basa en el respeto mutuo, el entendimiento y la enseñanza de comportamientos adecuados a través de consecuencias lógicas y amorosas. Este método fue desarrollado por la psicóloga noruega Alfie Kohn y ha sido ampliamente respaldado por expertos en desarrollo infantil debido a sus beneficios a largo plazo en la autoestima y el comportamiento de los niños.
En lugar de recurrir a castigos o recompensas, la disciplina positiva se centra en enseñar a los niños por qué una conducta es inadecuada, ayudándoles a comprender las consecuencias de sus acciones y guiándolos hacia alternativas más saludables.
Principios de la disciplina positiva:
- Respeto mutuo: Implica tratar a los niños con la misma dignidad y respeto que se le otorgaría a un adulto. No se trata de imponer autoridad, sino de colaborar con el niño para entender el comportamiento y encontrar soluciones.
- Consecuencias lógicas: En lugar de castigos, se aplican consecuencias que tienen sentido en relación con el comportamiento del niño, lo que ayuda a que el niño entienda la conexión entre sus acciones y los resultados.
- Fomentar la autonomía: Se busca que el niño sea responsable de sus propias acciones, fomentando la independencia y la toma de decisiones, lo cual es clave para su desarrollo emocional y cognitivo.
- Comunicación abierta y honesta: Implica escuchar activamente a los niños y expresar de manera clara lo que se espera de ellos.
¿Qué es la permisividad?
La permisividad, por otro lado, es un enfoque más laxo en el que los padres permiten que los niños se comporten sin establecer límites claros o consecuencias coherentes. Aunque este estilo puede surgir de un deseo de evitar conflictos o de querer ser “el amigo” de los niños, la falta de reglas y límites puede conducir a un comportamiento descontrolado y una falta de respeto por las normas.
Los padres permisivos tienden a ser indulgentes con las conductas inapropiadas, dando pocas instrucciones o consecuencias por los errores. Si bien la permisividad puede generar una relación cercana entre padres e hijos, puede tener efectos negativos en el desarrollo del niño.
Características de la permisividad:
- establecimiento de normas rígidas o consecuencias, creyendo que los niños aprenderán mejor sin restricciones.
- Falta de límites claros: Los niños pueden tener dificultades para distinguir lo que está bien y lo que está mal, ya que no se les dan reglas claras o consistentes.
- Estrategias de evitación de conflictos: Los padres tienden a evitar confrontaciones o a ceder a las demandas de los niños para evitar discusiones.
- Comodidad inmediata: Los padres permisivos pueden priorizar la satisfacción inmediata del niño, sobre todo en momentos de estrés o cansancio, lo que puede hacer que el niño no aprenda a lidiar con frustraciones.
Diferencias clave entre disciplina positiva y permisividad
La principal diferencia entre disciplina positiva y permisividad radica en cómo se manejan los límites y la autoridad. Mientras que la disciplina positiva se basa en el establecimiento de reglas claras y el fomento de la responsabilidad, la permisividad tiende a evitar la estructura y las reglas, priorizando la satisfacción inmediata de los deseos del niño.
1. Límites y reglas
- Disciplina positiva: Establece reglas claras y consistentes para el comportamiento, asegurándose de que el niño entienda las consecuencias de sus acciones. Aunque hay firmeza, se hace de manera amorosa y respetuosa.
- Permisividad: Los límites son poco claros o inconsistentes. Los padres pueden ser reacios a poner reglas, lo que resulta en una falta de estructura.
2. Uso de consecuencias
- Disciplina positiva: Las consecuencias son lógicas y naturales, relacionadas directamente con el comportamiento. Se enseña al niño cómo sus acciones afectan a los demás.
- Permisividad: Las consecuencias son mínimas o inexistentes. Si existen, suelen ser demasiado suaves para tener un impacto real.
3. Desarrollo de la responsabilidad
- Disciplina positiva: Fomenta la autonomía y la toma de decisiones responsables desde una edad temprana. Los niños aprenden a comprender que sus acciones tienen consecuencias.
- Permisividad: No se fomenta la responsabilidad, ya que los niños no aprenden a lidiar con las consecuencias de sus acciones. Esto puede generar una falta de habilidades para manejar frustraciones en el futuro.
4. Relación con el niño
- Disciplina positiva: Busca mantener una relación de respeto mutuo, donde los padres y los niños se entienden y colaboran para resolver problemas. El enfoque está en enseñar, no en imponer.
- Permisividad: El enfoque puede estar más centrado en la complacencia y la evitación de conflictos, lo que podría generar una relación desequilibrada en la que los padres cedan constantemente a los deseos de los niños.
¿Qué sí y qué no hacer?
Para aplicar una disciplina eficaz y respetuosa, es fundamental entender qué enfoques son beneficiosos y cuáles pueden ser contraproducentes. Aquí te presentamos una lista de lo que sí y lo que no hacer al elegir entre disciplina positiva y permisividad.
Lo que sí hacer (Disciplina positiva)
- Establecer reglas claras y consistentes: Los niños necesitan saber qué se espera de ellos y cuáles son las consecuencias de sus acciones. Las reglas deben ser razonables y aplicarse de manera consistente.
- Explicar las consecuencias lógicas: Ayuda a tu hijo a entender por qué ciertos comportamientos son inapropiados. Las consecuencias deben ser lógicas y directamente relacionadas con el comportamiento.
- Fomentar la empatía y el respeto: Enséñales a los niños cómo sus acciones afectan a los demás, promoviendo la empatía y el respeto por los sentimientos ajenos.
- Darles espacio para tomar decisiones: Involucra a los niños en la toma de decisiones apropiadas para su edad. Esto fomenta la responsabilidad y la autonomía.
- Ofrecer apoyo emocional: Asegúrate de que tus hijos sepan que los amas, incluso cuando estén siendo disciplinados. La disciplina positiva no está reñida con el amor incondicional.
Lo que no hacer (Permisividad)
- Evitar los límites claros: No dejes que tus hijos actúen sin reglas. Sin límites, los niños no aprenderán a distinguir lo que es aceptable y lo que no lo es.
- Ceder a todos sus deseos: La permisividad puede hacer que los niños se acostumbren a obtener lo que quieren sin esfuerzo. Esto puede crear una falta de respeto por la autoridad.
- No imponer consecuencias: Evitar las consecuencias no es efectivo a largo plazo. Los niños deben aprender que sus acciones tienen un impacto en su entorno.
- Evitar los conflictos a toda costa: Eludir los conflictos no enseña a los niños cómo manejar sus emociones o cómo interactuar con los demás de manera respetuosa.
- Sobreproteger: Evitar que los niños enfrenten desafíos y fracasos naturales puede impedirles desarrollar resiliencia y habilidades para la vida.
Conclusión
La disciplina positiva y la permisividad son enfoques muy diferentes, pero ambos tienen implicaciones importantes en el desarrollo de los niños. Mientras que la disciplina positiva establece límites claros y enseña a los niños la importancia de la responsabilidad y el respeto mutuo, la permisividad puede llevar a una falta de estructura y de consecuencias, lo que puede dificultar el aprendizaje de los niños.
Para criar hijos emocionalmente saludables y responsables, es esencial encontrar un equilibrio entre el amor incondicional y el establecimiento de límites claros y justos. La disciplina positiva ofrece un camino efectivo y respetuoso para lograr este equilibrio, promoviendo un desarrollo saludable tanto emocional como social en los niños.